-¿Cuántos bultos? -volvió a repetir la amable señorita, ladeando exquisitamente la cabeza con una pícara sonrisa.-Estes dous namáis. El dabajo es equipaje de mano, por si me aburro mucho.Dicho esto, levantando orgulloso su mirada, Juan se fue tan campante con su tarjetita de embarque primorosamente metida en el bolsillo del chándal, que ya empezaba a volver a su tamaño natural.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario