martes, 30 de octubre de 2007

Un poeta en Luxor. Capítulo IV.


Apenas se podía respirar en el denso aire ardiente de la tarde. Sentados bajo una palmera los miembros de la expedición, exhaustos tras la visita al templo de Esna, mantenían una charla-coloquio, tan profunda como desordenada, sobre diversos aspectos políticos de la historia egipcia.-Pois o tutancamón sí que tuvo suerte, o cabrón. Porque se non fora polo sojro, iba ser faraón polo carallo abaixo.-¡Polo sojro! ¿Qué sojro dis tí, hom?-Coño, ¿e ló ti non sabes que era o xenro de amenufis cuarto?-¡Non me jodas! ¿O home de nefertiti?-E ló, dinastía dasaoito. Sei que ademáis a filla estaba moi cachonda.-¡Caaaarallo poo tipo! ¡Qué vista tuvo! Quén pudera.-Pásame unha caladiña, oh.-E entonses, ¿tutancamón non foi o que estuvera casado con nefertiti? ¿Ou fora con cleopatra?-Toma.-Non, home, non. Nefertiti era a sojra, non che dijo? O que casou con cleopatra foi sésar; bueno, casar, non casou. O tío, polo visto, hinchoulle a barrija e dispóis larjouse, lógico.-… e foi entonses aí cando ela ajarrou e liouse co marco antonio.-Eeeesato.-Ímonos, oh, non hai quen ajuante con este salleiro.-Pero o fillo tuvérao, ¿nonsí?-Sí, oh, e hastra lle puxo comoo pai: sesarión.-Arrecarallo, vaia nombre. Oes, líame un pra min, fai favor, oh.-A ver se aprendes dunha puta ves, macho, que xa jode.-Bue, se o pensas un pouco, é coma a xente que lle pon Pepiño ó fillo, pra non confundilo co pai, Pepe. A min paréseme normal.-Home, eso sí, có; pero non me dijas: cánto millor queda Pepe que, eu qué sei, Tolomeo vintesinco.- “¡¡Tolomeo-vintesincooooooooo!! ¡¡Pasa práaa casa, cona que te dou, que hoxe heiche de masar a jolpes!!”-¡¡¡PUTAS MOSCAS DOS COLLÓNS!!!-Pois imagínate: “¡¡¡Amenenjácuarto-dinastía doseeeeeeeeee!!!, micajo hastra no pai que che fixo!!!”-Pois houbo dous reis que se chamaron Pepi I e Pepi dous.-Ah, sí, da dinastía menfita, ¿naverdá?, a das pirámides de queós, quefrén e misebrina.-Miserino.-Eso, miserino.-¿E o marco antonio non fixo nada cando soupo que ela tiña un fillo de outro? ¿Non a vareou?-Qué vaaa. Ó contrario, seique o tío portouse a hostia de ben con él (bueno, e con ela tamén, levouna a roma e todo). Fixoo rei, con iso díjocho todo: tolomeo quinse (claro que antes a nai tuvo que matar ó seu tío, tolomeo catorse).-¿De qué dinastía será don sesáreo?-¿Non foi a chavala esa a que se suisidara con veneno de tantírola?-¿Quén?-Cleopatra, quen vai ser.-¿De qué cleopatra estades a falar, cleopatra terseira?-Toma, mátao tí.-Arremicahonavirhen, teño os collóns coma duas patacas nunha ola de caldo ó lume. Qué calor, la hostia. Estou encharcado en sudor.-Non, home, non, cleopatra sétima.-Pero non foi con veneno de tantírola, senón de culebra.-Aaacabáramos.-Eu penso que estades equivocados. Pa mín que foi ransés sejundo quen a matou por culpa dos selos.-Dios, teño o nique pejado ó corpo. Mimadriña, qué calor, puta madre.-¿Pero qué carallo ten que ver ransés sejundo con cleopatra?-¡Arrehostia! ¡Qué ten que ver, disque! Porque este tío estaba a hostia de mosqueado con moisés porque a muller seique non lle sacaba os ollos denriba.-Este está mal da cabesa.-En penso que estás equivocado. Por serto ¿ónde carallo estará a catalana? Dixo que viña ensejida…-¡Pero qué cohones ten que ver aquí moisés!-¿De qué dinastía estades a falar? ¿Da desanove?-Non macordo. En calquer caso era tebana. O rollo é que ransés sejundo non tuvo que ver con cleopatra, porque ela era ainda moi noviña, eso sejuro.-Sejuro que era da dinastía tebana.-Tan noviña que ainda non nasera.-Sí que tarda a tipa. ¿Non estará rejateando naljún puesto do mercado?-Oistedes? Quén foi o primeiro dos tebanos? ¿Acordádesvos? Teño unha lajuna...-Ransés sejundo era un jichón de carallo: disque tuvo un sento de fillos.-Eso é fásil, home. Foi mentujotep, que fora rei de tebas antes de unificar ejíto.-Home, ten en conta que ransés tamén tuvo contatos carnales con varias prinsesas ititas, e así calquera.-Hipóstila, hai que joderse co palabro.Una impresionante explosión seguida de un breve tiroteo puso fin a la conversación.

En unos segundos la calle se quedó vacía, sumiendo a nuestros aterrorizados paisanos en un profundo y angustioso silencio.

lunes, 29 de octubre de 2007

Un poeta en Luxor. Capítulo III.

Con un ligero retraso, los cinco gallegos, Juan, May, Pepe, Manuel y el Panarro, y la catalana, subieron al Boeing 747 de la Compañía Air Cairo. El vuelo duró unas 4 horas cruzando el Mediterráneo por encima de Italia y de Sicilia, enfilando después hacia Alejandría, se adelantan los relojes de pulsera y al desembarcar del avión el tropel de nuevos viajeros gallegos es recibido por la amable policía turística egipcia que con una amable sonrisa les pregunta en italiano si son italianos. Io si, le contesta en un malísimo italiano Juan Ayaso en un alarde de humor exquisito. Los policías no le creen y se lo preguntan a Pepe. No, we are spaniards, from Spain. Ok. Thank you, contestan los agentes egipcios y pasan a visarles sus pasaportes, previo pago de 50 libras egipcias por cabeza. Los agentes visten un cómodo y fresco uniforme completamente blanco con correajes y boina negra. Una imagen muy pintoresca para la llegada. En el aeropuerto de Luxor las autoridades les ofrecen cambiar los euros por libras egipcias. Es muy recomendable hacerlo así, el cambio es muy ventajoso y a la larga se puede comprar mucho más barato con las libras que con los euros. Además, los billetes de fracción de libra o piastras vienen muy bien para las imprescindibles propinas que se deben repartir convenientemente durante todo el tiempo de estancia en el país de los faraones. También es necesario familiarizarse pronto con la moneda local, y tener muy en cuenta que los taxistas egipcios son de todo menos buenos; Juan Ayaso estuvo a punto de ser estafado por uno de ellos, que, confundió un billete de 100 libras con uno de 10. Juan sentenció con un "claro". “Eu cos billetes de mais de 50 nunca teño dudas, tantos sexan euros como libras”. El taxista calló la boca y se largó cabizbajo. Un autobús los traslada al puerto de Luxor donde una embarcación de lujo los espera para pasar su primera noche y su primera singladura, hacia Esna. Suben el equipaje, y mientras se sueltan las amarras los gallegos se toman su primera ducha en la embarcación después de un viaje un tanto duro y caluroso. Fuera la luna llena alumbra El Nilo, el rio mas importante en lo que se refiere al nacimiento de Civilizaciones. “Joder que jrande é este río”, fueron las primeras palabras del Panarro, cuyo río mas grande que había visto era el Esteirón, que divide Palmeira de La Puebla.

Un poeta en Luxor. Capítulo II.

-¿De qué coño conosco yo al que ha recojío a la jamona esta?”, se preguntaba Ramón Jiménez, extremeño afincado desde hacía 30 años en Barcelona, residente en Cornellá de Llobregat, españolista y taxista por obligación ya que su sueño de juventud siempre había sido ser torero, después de dejar a las puertas de la Terminal internacional del Prat a Montserrat Castells i Fuxó, ilustre arqueóloga catalana y más barcelonista que los patucos de Joan Gaspart. A pesar de la torneada silueta de la investigadora que acababa de dejar, Ramón se fijó en el rostro de Ayaso, “ezte é un famoso que no me acuerdo de quién é, zerá posible, pero por mi hüevo que si lo voy a zabé”. Un “¿está libre?” lo hizo dejar sus ensoñaciones detectivescas y siguió la faena del día que consistiría, si no había nada raro, en tres o cuatro carreras por la Diagonal, cinco carreras al aeropuerto y un par de timos a extranjeros del norte de Europa que bien entrada la noche los hacía recorrer tanto la Ronda Litoral como la Ronda de Dalt para visitar las céntricas Ramblas. Ya terminado su turno llegó a Cornellá y logró aparcar en uno de los pocos sitios que todavía no eran hora azul de la Carrer de Joaquim Rubio i Ors. Tuvo a bien tomarse una “servesita fría” en el bar de la esquina antes de que su mujer llamase a Radio Taxi para ver donde se había metido y aquel resquemor que seis hora antes le había martirizado unos minutos finalmente se apagó ; al final de la barra a lado del teléfono que todavía admitía monedas de cinco duros vio en el soporte de “CDs a 9,95” la cara de aquel misterioso personaje que lo llevaba intrigando todo el día. Dándose una palamda en la frente y ante la extrañeza del resto de bar, Ramón Jiménez exclamó ;“Pero como coño no mi di cuenta, si era el Asuquita!!!”. Con tal particular victoria moral sobre su dispersa memoria pagó la cerveza y se dirigió a su casa….

Un poeta en Luxor. Capítulos I y 1/2.


-¿Cuántos bultos? -volvió a repetir la amable señorita, ladeando exquisitamente la cabeza con una pícara sonrisa.-Estes dous namáis. El dabajo es equipaje de mano, por si me aburro mucho.Dicho esto, levantando orgulloso su mirada, Juan se fue tan campante con su tarjetita de embarque primorosamente metida en el bolsillo del chándal, que ya empezaba a volver a su tamaño natural.

Un poeta en Luxor. Capítulo I.

-11.45 h. viernes 5 de octubre de 2007, bienvenidos al aeropuerto de Labacolla, benvidos ao aeroporto de Labacolla, benvigut a l’aeroport de Labacolla, ongi etorri aireportu Labacolla; podía leerse en grandes letras amarillas sobre fondo negro. El panel de recibimiento del aeropuerto compostelano cumplía escrupulosamente en el protocolo con las tres comunidades históricas del estado español.Llovía en Labacolla, como casi siempre, pero Juan Ayaso sabía que esas eran las últimas gotas de lluvia que vería caer en los próximos 15 días, así que no le importó mojarse, apuró las últimas caladas del chester, extendió el asa telescópica de su maleta y se adentró en la Terminal santiaguesa. Pronto localizó su vuelo en la tabla de salidas, IB 565 con destino Barcelona, haría escala en el Prat antes de llegar a El Cairo.

Mientras hacía cola para el mostrador de facturación, apoyado sobre su Roncato azul, Juan Ayaso dejó volar su imaginación y se imaginó en una terraza de El Cairo, charlando con Montserrat Castells, bisnieta del egiptólogo catalán Castells Esplugas.

La imaginó desnuda, eso le hizo ruborizarse. Morena, preciosa, de piel blanca, ojos avellana, deliciosos labios carnosos y de curvas más sinuosas que las de la Ribeiriña; y lo más importante, sensual y dispuesta. La había conocido a través de un Chat, ¿una persona culta escribiendo en un chat?, aquello no le encajaba al poeta padinés, por eso aceptó la cita a ciegas. Además, la idea de un encuentro en Luxor, sobre las ruinas de la antigua Tebas, le pareció de un romanticismo formidable, no podía negarse.
La cola de facturación de equipajes había ido avanzando paralelamente a su lasciva ensoñación, sin que el poeta de Padín se percatase. Juan cuando viajaba solía llevar ropa cómoda, ir sentado más de seis horas en el asiento de un avión con pantalón vaquero era algo cuando menos, poco recomendable. En esta ocasión se había puesto un chándal, lo que pasó después le hizo jurarse a si mismo que jamás volvería a aconsejar a nadie sobre vestuario, al menos para volar.
Cuando la azafata de facturación de Iberia lo devolvió a la vigilia y le pregunto aquello de, ¿Cuántos bultos? Juan se percató enseguida que además de sus dos maletas otro bulto más comprometido brotaba de su entrepierna…, su cara se volvió en cuestión de segundos del mismo color que el capó de un Ferrari …