lunes, 29 de octubre de 2007

Un poeta en Luxor. Capítulo III.

Con un ligero retraso, los cinco gallegos, Juan, May, Pepe, Manuel y el Panarro, y la catalana, subieron al Boeing 747 de la Compañía Air Cairo. El vuelo duró unas 4 horas cruzando el Mediterráneo por encima de Italia y de Sicilia, enfilando después hacia Alejandría, se adelantan los relojes de pulsera y al desembarcar del avión el tropel de nuevos viajeros gallegos es recibido por la amable policía turística egipcia que con una amable sonrisa les pregunta en italiano si son italianos. Io si, le contesta en un malísimo italiano Juan Ayaso en un alarde de humor exquisito. Los policías no le creen y se lo preguntan a Pepe. No, we are spaniards, from Spain. Ok. Thank you, contestan los agentes egipcios y pasan a visarles sus pasaportes, previo pago de 50 libras egipcias por cabeza. Los agentes visten un cómodo y fresco uniforme completamente blanco con correajes y boina negra. Una imagen muy pintoresca para la llegada. En el aeropuerto de Luxor las autoridades les ofrecen cambiar los euros por libras egipcias. Es muy recomendable hacerlo así, el cambio es muy ventajoso y a la larga se puede comprar mucho más barato con las libras que con los euros. Además, los billetes de fracción de libra o piastras vienen muy bien para las imprescindibles propinas que se deben repartir convenientemente durante todo el tiempo de estancia en el país de los faraones. También es necesario familiarizarse pronto con la moneda local, y tener muy en cuenta que los taxistas egipcios son de todo menos buenos; Juan Ayaso estuvo a punto de ser estafado por uno de ellos, que, confundió un billete de 100 libras con uno de 10. Juan sentenció con un "claro". “Eu cos billetes de mais de 50 nunca teño dudas, tantos sexan euros como libras”. El taxista calló la boca y se largó cabizbajo. Un autobús los traslada al puerto de Luxor donde una embarcación de lujo los espera para pasar su primera noche y su primera singladura, hacia Esna. Suben el equipaje, y mientras se sueltan las amarras los gallegos se toman su primera ducha en la embarcación después de un viaje un tanto duro y caluroso. Fuera la luna llena alumbra El Nilo, el rio mas importante en lo que se refiere al nacimiento de Civilizaciones. “Joder que jrande é este río”, fueron las primeras palabras del Panarro, cuyo río mas grande que había visto era el Esteirón, que divide Palmeira de La Puebla.

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