lunes, 5 de noviembre de 2007

Un poeta en Luxor. Capítulo VIII.

La confusión, el caos, el miedo y la sangre era un espectáculo que jamás habían presenciado ninguno de los cinco gallegos y la catalana, pero siempre hay una primera vez para todo, y esa primera vez, fue para todos al unísono en Karnak. En medio del tumulto, apareció Manuel, apenas dos rasguños y el miedo que le invadía todo el cuerpo. –“vamonos de aquí” gritó Pepe Vázquez, ainda estamos a tempo. Los seis se juntaron y comenzaron la huida, el atentado se habia saldado sin victimas debido a la escasez de amonal y la impericia de los terroristas egipcios.“Two hundred american dollar to Abu Simbel?” le preguntó Pepe al taxista…-of course. Y partieron con un rumbo desconocido para ellos pero aburrido para el taxista.Antes de llegar y ya recuperados del susto, May les informó a sus amigos, la catalana callaba, que el lugar que iban a ver eran dos templos excavados en la roca mandados construir por Ramsés II, y que debido a la construcción de la presa de Asuán tuvieron que reubicarse y alguno de ellos, llevado al extranjero como el Templo de Debod, que estaba en Madrid, y que May era la única que lo había visitado. El resto, ni siquiera habían oído hablar de el, eso si, el Santiago Bernabeu todos lo conocían. Se hizo de noche y fueron directamente al Hotel, Hotel PIRAMIZA, digno de burgueses europeos, que en realidad era lo que ellos eran. Se ducharon, cenaron, Manuel se puso unas tiritas nuevas en las heridas, e inmediatamente, dejaron sin existencias todas las cervezas que el Hotel disponía en su ambigú. Montserrat, poco acostumbrada a la ingesta de alcohol decidió bailar la danza del vientre encima de una mesa de la cafetería. Los gallegos reían y los camareros egipcios ni pestañeaban, era la primera vez que veían el ombligo de una catalana, por cierto un ombligo de una candidez envidiable, esa noche se olvidaron todos de Ramsés II y de las culturas milenarias. Se dedicaron a la opción que suelen elegir los homínido con la ingesta de bebidas espirituosas. El apareamiento primitivo. A Juan, y sin quererlo le tocó con Montserrat, cosas del destino. Y a partir de aquí el viaje a la milenaria cultura egipcia cambio de sentido...

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