-Cousa bonita!!!- Dijo el Panarro.Aquellos versos envolvieron el corazón del Panarro como el pan rallado envuelve a las croquetas. El de Palmeira era junto con el poeta el más perceptivo y sensible de los expedicionarios, además de un gran amante de la poesía. -Ayaso eres o máximo, you ! – continuó.La composición le había tocado la fibra, y en ese momento se sintió orgulloso de compartir viaje y aventuras con alguien capaz de apreciar la realidad como lo hacía Ayaso, alguien que pudiese describir el concepto de globalización de forma tan poética; aquella era una palabra fea, hipócrita la cogieras por donde la cogieras, y el poeta de Padín la había elevado al olimpo de las palabras, como quien decora una tarta con merengue; alguien capaz de aceptar una cita a ciegas en Egipto en una conversación a través del Chat, de escribir los más bellos poemas en servilletas de papel y con dieciocho cubalibres abordo, un personaje único, de un talento únicamente comparable en grandeza al volumen de su barriga.Un torrente de adrenalina recorría todavía las venas de los gallegos y el resto de supervivientes; todos sabían que aquel momento marcaría sus vidas para siempre, hasta que un desgarrador grito rasgó la tarde:- ¿Dónde esta Manuel? ….estaba allí, ..... donde la bomba! ..... - vociferó desesperado el poeta de Padín agarrando por la pechera a Pepe.La confusión de los primeros momentos y el subidón de sentirse vivos y enteros les hizo no percatarse de que faltaba uno de sus compañeros de viaje. Manuel, el peluquero.- Tranquilo Ayaso, sejuro que non lle pasou nada. Estate tranquilo. – Contestó Pepe, el capitán.- ¿Cómo vou a estar tranquilo? ¡Ven comijo Pepe, temos que ir alá e ver como está! – replicó Ayaso, sin mostrar el más mínimo atisbo de serenidad.- Respira e ponte tranquilo, que sejuro que non ten nada, xa o verás! - intentó tranquilizar Pepe.- Vamos alá Pepe, ostia. Ven conmijo e non me jodas. ¡qué carallo vou a estar tranquilo! ¡Vamos alá! - Touche disindo te poñas tranquilo que así non vas a nincún lado.- ¡Veña ostia! Vente alá conmijo, mi cajo na virgen do Carmen, mi cajo nas estrellas todas, mi cajo .... Un sonoro “¡Plassss!” interrumpió la nerviosa exposición del vate padinés, antes de que acabase la frase una esparrada a mano abierta dejaba escritos los dedos de la mano derecha de Pepe en la oronda cara de bolla de Ayaso haciéndola temblar a cámara lenta como si estuviese hecha de la más tierna gelatina.- Na virgen do Carmen non se caja nin Dios, ¿entendes tumbalobos do carallo? Que sea a primeira e a última ves que te cajas na santísima diante miña, e xa o podes ir retirando ahora mismo. – expresó enfadadísimo el marino.- Pepe hostia, que Manuel pode estar morto, deixate de parvadas e de vírgenes ...- ¿Cómo que me deixe de parvadas e de vírgenes? Touche disindo que retires o de cajarte na Virgen do Carmen, si qués que vaia contijo a aljún lado.- Bueno lo retiroo. Pero mi cajo en todas as vírgenes menos na do Carmen.- A min eso dame ijual, ¡pero na Santísima non te cajas ti oh!. -Sentenció Pepe.Ninguno sabía el porque de esa enorme devoción del capitán por la virgen del Carmen, aún siendo patrona de todos los marineros. En aquel momento de enorme tensión cualquier persona le hubiese permitido a un amigo cagarse hasta en sus muelas, pero algo les hacía intuir que para Pepe la virgen del Carmen significaba bastante más que sus propias piezas dentales.Una pick-up de Toyota con hombres armados disparando ráfagas al aire en su interior se alejaba del lugar donde minutos antes se había producido la explosión, a gran velocidad, ..... la casualidad o el destino, quiso que la furgoneta se cruzase con los gallegos..... ¿Quienes eran aquellos hombres? ¿Por qué huían? ..... nuestros amigos pronto lo sabrían ....El Panarro se atrevió a abrir el pico:- Esto me huele a mi a tinte caducado, .... esa gente me da mala espina ....-May, que también había permanecido callada se adelantó valiente:- Dejádmelos a mi, .... Pepe, Ayaso, vosotros iros a ver si Manuel está entre los heridos……
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